Entrevista de José Manuel Cruz a Jackie Vidal, escritor argentino de novela negra
- José Manuel Cruz
- 18 ene 2016
- 22 Min. de lectura
Hemos tenido el placer de realizar una entrevista al novelista argentino Jackie Vidal. Nos ha hablado de su vida, de su obra y nos ha desvelado cosas muy interesantes. Adjuntamos síntesis de las cinco novelas que ha publicado hasta ahora y pasamos directamente a la entrevista. Espero que les guste.

PREGUNTA (P).- Hoy está con nosotros el autor argentino Jackie Vidal. Para empezar, creo que sería interesante preguntarle por su vida profesional y por el camino que le ha llevado a tener escritas cinco novelas como ya tiene.

RESPUESTA (R).- En relación a mi vida profesional, soy abogado, criminalista, especialista en derecho penal, he trabajado un tiempo en la asesoría legal de la Aduana de Buenos Aires. Eso me permitió especializarme: mi expertise es derecho penal económico. Y comercio exterior, también. Y realmente estoy muy agradecido a mi profesión: me gusta mucho lo que hago y la literatura es un hobby pero que cada vez está siendo más fuerte…
P.- Empieza como afición pero, poco a poco, uno ve que no puede controlarlo, que encuentra algo que no aparece en su vida profesional…
R.- Y lo disfruta mucho, sí…
P.- A la hora de escribir, ¿cómo le ha influido su vida profesional en su obra? En una primera impresión, creo que esa influencia es más fuerte en las primeras novelas y, en las posteriores, la temática ha empezado a avanzar hacia otros derroteros… En la primera y en la segunda, quizás también en la tercera, esa influencia es muy visible pero, poco a poco, van ganando peso cuestiones más centradas en la psicología y en la introspección.
R.- Es correcto, sí. Es un buen punto de vista. Yo, inicialmente, tuve un poco que despegarme de un estilo, de una forma de escribir. Los abogados somos medio complicados para decir las cosas, nos gustan los términos difíciles. A veces, queremos darnos a entender y recurrimos al latín y buscamos cosas un poco rebuscadas, ¿no? A lo mejor, también la combinación de abogado y argentino, no sé qué piensas…
P.- Bueno, a los economistas nos pasa lo mismo. También se nos dice que no se nos entiende… Yo creo que es un problema de cualquier disciplina. Desarrollas tu lenguaje para hacerte entender dentro de la profesión pero, fuera de la profesión, quizás la percepción es muy distinta…
R.- Acá lo que ocurre es que, en tus escritos, te diriges al juez. Y el juez no es el lector de tus novelas o de tus historias. Entonces, lo quieres convencer y, a veces, uno es un poco repetitivo en tus argumentos, en tus ideas y la quieres culminar con ejemplos y conclusiones… Es decir, algo muy tedioso… Eso es lo que yo he cambiado y lo que me ha hecho bien incluso para la profesión, lograr escribir de una manera más directa, dando participación al lector, no subestimando, tratando de que él forme parte de la historia y de que, incluso, se forme sus conjeturas y lleve la trama junto conmigo… O sea que, ese vicio de hablar difícil, el escribir, por suerte, me lo ha modificado bastante y hasta dicen que mis escritos judiciales son entretenidos…
P.- Pues me gustaría que cuando escribo como economista me dijesen lo mismo… Es decir, en relación a su vida profesional habitual, a la hora de escribir lo que ha hecho es distanciarse, como mínimo en relación al estilo, y moverse en un terreno de juego distinto…
R.- Yo creo que no hay que ser ingrato porque, obviamente, en las novelas uno lo que tiene es una experiencia de lo vivido profesionalmente, no es algo inventado totalmente ni algo que alguien lo cuenta sino que es algo que tiene su vivencia y eso a mí me da mucha fluidez en el relato porque, justamente, es parte de una experiencia. Después viene la parte ficción y esa reconversión tan importante que le da, de alguna manera, la forma de novela y que le da a uno más libertad… Pero sí, realmente, he podido hacer esta mixtura entre lo jurídico, para darme esa base fáctica, y la parte novelada para tratar de decir lo que quería decir a través de los personajes.
P.- Una pregunta que siempre voy a hacer a quien entreviste es por qué alguien, en un momento dado, empieza, en su caso, a escribir. ¿Fue una novela la que le llevó a ello, un autor determinado, unas circunstancias…?
R.- Yo creo que son muchas cosas a la vez. Yo siempre he escrito durante mi etapa de estudiante… Yo he vivido solo, mis padres se han separado, hay como muchos retazos afectivos que hacen que uno, a veces, necesite el papel como un ordenador, como una forma de programarse y fue, de alguna manera, también, una terapia… Al releer lo escrito después de un tiempo, te das cuenta que la cosa ya está superada o se ve distinta… Es decir, fue como un hablar conmigo mismo a través del papel o a través de la escritura… Pero sí, realmente, yo veo que, cuando empiezo a escribir, todo lo que me rodea empieza a cobrar otro sentido, me dan ganas de volcar ello al papel… Es decir, cuando estoy analizando un aspecto de la naturaleza o la conducta de alguien, lo pongo en el papel y entiendo que me pertenece… Eso me ha ido motivando a ir trabajando historias. Y, después, siempre he tenido la inquietud de tener un canal de comunicación… Cuando uno escribe, quiere decir cosas…
P.- Es decir, en su caso fue el típico afán del escritor de poner orden dentro de sí mismo pero, por otra parte, también para satisfacer la necesidad de comunicación…
R.- Y, realmente, todo ello lleva a algo muy importante. Uno, después, busca perfeccionarse, quiere saber hacerlo mejor… Y, ahí aparecen los talleres, los talleres literarios… Y es una experiencia muy linda porque lo primero que uno cree cuando tiene la vocación de escribir es que las cosas fluyen solas… Y ello no es así. Entonces aparece la dimensión de lo que uno es capaz de hacer, en la que, en principio, hay un ego que, a veces, se desborda y, en los talleres, te dicen que, antes de empezar a escribir, tienes que empezar a leer… Y eso para mí fue algo muy valioso. Porque, a través de leer clásicos, leer escritores importantes, uno empieza a ver que lo que a uno le cuesta tanto, otros lo dicen de una manera nítida, de una manera concisa, de una manera impactante y eso es como, en un museo, se ve el trabajo de los copistas frente al original…
P.- En su caso, entonces, por lo que me dice, la experiencia en los talleres fue muy positiva…
R.- Muy positiva en todos los sentidos, sí.
P.- ¿Cuál diría que es la idea o filosofía general que guía su obra?
R.- Cuando tuve ese primer tramo de aprendizaje, leí muchos libros en donde, más que nada, trataba de retener y ver las técnicas y de disfrutar, lo que antes no hacía, de la forma de escribir… No era fijarme sólo en la trama, salteando renglones, sino deteniéndome en el lenguaje y en la forma de hacerlo. Mi filosofía no tiene una formación. Al principio, era un simple espectador y, cuando empiezo a escribir y vuelco mis historias de vida a través de la escritura, me vuelco más a un tipo de novela para salir por la ficción pero, al mismo tiempo, que tengan un disparador de un hecho policial, de un delito, de una situación que a esa vida rutinaria o a esa vida infinitamente gris, la conmueve algo. No soy un autor de novelas policiales lineales, de novelas que funcionan como un mecanismo de relojería, sino, por el contrario, lo que busco es que el medio violento influya en la conducta. Y que los personajes opinen, que los personajes tengan emociones, y ahí es donde digo que estoy en ese proceso en que el lector pueda intervenir lo más que pueda. Que, de alguna manera, el lector vaya guiando esta situación. Y ahí estoy en el proceso de una novela que toca un poco aspectos sociológicos, una novela que quiera hasta corregir cosas pero que el lector sea la que la lleve hasta ese resultado.
P.- En ese sentido, ¿hay algún autor o autores que le hayan influido a la hora de escribir?
R.- Cuando comienzo con mi etapa de aprendizaje, Gabriel García Márquez, Borges… Como novelas, Madame Bovary de Flaubert , El extranjero de Albert Camus, Suite francesa de Irene Nemirovsky… Me gustó mucho Sándor Márai... Fui perfilando el genio de Raymond Chandler... Traté de ver cómo se desarrollaba ese proceso tan importante del suspenso de la trama… En esa línea, me gustó también Benjamin Black. Soy una mezcla de tomar cosas de los demás, intentando que haya una trama ágil pero, también, una trama sustanciosa que nos deje pensando. A veces, soy un surfista, no puedo sumergirme porque no se trata de un ensayo… Estas historias pasan por arriba temas muy, muy importantes donde uno podría investigar y entrar más en un nivel superior al que llego.
P.- Veo coherencia en lo que ha dicho antes en relación a que usted mostraba historias que había conocido de primera mano en su vida profesional y en el hecho de que le guste Madame Bovary. Recordemos que Flaubert decía: “Madame Bovary soy yo”. Es decir, hay una gran coherencia entre sus influencias y lo que quiere plasmar, lo cual considero muy interesante. Si le parece, vamos a empezar hablando de su primera novela, Las siete últimas canciones. Aquí, vamos a ver un encuentro entre dos estratos sociológicos muy diferentes que acaba degenerando en un robo y en un secuestro… ¿Es, quizás, la novela más sociológica de las cinco?
R.- La primera novela es un poco romper el hielo. Tengo que decir que la he retomado y la reeditado y ahora se llama Feliz cumpleaños. He tratado de meterme más en cosas que me interesaban. Pero sí, tú dices bien, es sociológica en cuanto a enfrentar dos mundos… Aquí, en Argentina, con este último gobierno, hemos tenido justamente una situación donde la habilidad de los gobernantes, al tener poco que decir, ha sido encontrar el camino de enfrentar a las clases sociales para poder gobernar mejor. Pero han generado un resentimiento y un poco el mensaje es hacer ver que el rico no es rico porque le saca al pobre ni el pobre lo es porque hay un rico. Por lo contrario, los dos se necesitan, los dos tienen un camino que es muy importante en la medida en que sea integral, buscando una producción, un empleo… Es decir, acabar con los antagonismos, con cosas que están supuestas y no se quieren modificar… Pero, realmente, soy un poco crítico porque también hemos tenido otros gobiernos donde digamos la parte social ha sido un poco light y hay razón de ser para que el tema se vea de esa manera. Por otra parte, tampoco uno puede creer que si alguien es pobre es un delincuente… Bueno, muchos preconceptos que me gusta analizar y, a través de una historia que empieza con un choque de dos autos, puedo juntar esos dos mundos.
P.- Es decir, es una novela que busca, en principio, desmontar tópicos. Desmontar lugares comunes es la intención inicial…
R.- Sí, esa es la intención inicial. La intención final es que se vean esas dos partes sin esos preconceptos, con más sencillez y con más apertura, que se abran y se muestren… Uno, cuando pasa acá en el auto y ve que se acerca uno de estos chicos que son limpiavidrios, busca que el semáforo le dé paso para salir de ese momento… Está molesto, está incómodo… Y si le da algo, no le da porque quiera darle sino porque la situación lo presiona y lo pone mal… Entonces, son esas contradicciones que tenemos y que hacen que, realmente, sea bueno verse desde afuera, ¿no?
P.- En la novela, aparecen una serie de símbolos y temas que se van a ir repitiendo a lo largo de su obra: el tema de la paternidad, el tema de la ceguera, el tema de que no somos lo que aparentamos… Son como constantes que ya están aquí y, después, van a volver a aparecer en las siguientes novelas. El tema de la ceguera, que volveremos a ver en Entre sombras, y que aquí aparece en un sueño del protagonista, yo creo que tiene una dimensión simbólica…
R.- A veces, uno está enganchado con los temas y vuelven a repetirse… Y eso es como una muletilla que uno tiene muy marcada. En el caso de en Entre sombras, no importa el orden, está bien que lo tratemos, es un mea culpa. Es un homenaje porque mi padre era no vidente y perdió la vista cuando era muy joven. Y yo, cuando de niño compartí con él todos esos momentos, no me daba cuenta de la incapacidad que tenía. Yo cuento en el prólogo uno de los problemas que tenía cuando era muy chico: cuando me iba a buscar al colegio y yo veía que se tropezaba y que era torpe en sus movimientos, los otros chicos se reían, se burlaban. Y yo sentía vergüenza. Y eso a mí me marcó. En ese prólogo, yo escribo que los padres debían escribir cartas a los hijos porque van creciendo los dos y tienen momentos distintos en los que sería muy lindo que se digan cosas que, si no, quedan un poco ocultas y uno queda asfixiado. Se deben decir cuando deben. En Entre sombras, se trata de mostrar a una persona no vidente pero que no es mi padre: es un personaje que está sufriendo y que está descargándose en los demás… En cambio, mi padre tenía una condición para mí única frente a esa incapacidad que era el buen humor permanente. Y ese buen humor permanente hace que lo recuerde con tanto cariño y, a veces, con tanta culpa por no saber valorar ese gran ser que era. Así que, bueno, me descargué allí y vuelvo a tratar, en Entre sombras, de temas de corrupción… Me meto un poco en la cárcel, tema que, a veces también reitero… Como profesor, como catedrático de Derecho Penal he tenido que dar charlas en la cárcel y me ha golpeado mucho el estar allí dentro… Una vez, dando una de estas charlas, empecé a oír carreras y gritos y yo pensé que era una situación de evasión y era que estaban jugando al fútbol en un patio y la pelota no la devolvían… Entonces, en esas situaciones, uno está tenso y yo piensa que ello se trasmite…
P.- Eso que me acaba de contar sería una excelente imagen para una película. Estoy seguro que un guionista la tomaría… Entonces, me ha dicho que su primera novela la ha reescrito, le ha cambiado el título y la va a volver a publicar…
R.- Sí, la voy a volver a reeditar… Yo acá tengo un problema importante que es la distribución… Salvo que tengas un premio o una editorial importante, como decía el escritor argentino Roberto Fontanarrosa, los libros están en ese período de novedades durante cuatro o cinco días en la mesa, se van acercando al borde y, cuando se caen, van directo al archivo o al estante que no lo ve nadie. Las siete últimas canciones fue una novela que casi no se conoció, solamente mis amigos o algunos muy allegados y estoy aprovechando para darle más vuelo.
P.- Su segunda novela es La hija de otro. Se desarrolla en un ambiente de clase alta pero creo que el tema real de esta novela es uno del que hemos hablado antes: alguien que aparenta ser algo diferente de lo que en realidad es o que vive un personaje que no es el que siente realmente. Sólo basta ver la portada, con el famoso cuadro de Magritte, con el personaje perfectamente elegante con traje, corbata y bombín pero con un pañuelo cubriéndole el rostro, para intuir cuál es el tema real de la novela.
R.- Magritte decía que todo lo que vemos oculta otra cosa. Las personas ocultamos muy bien esas otras realidades o defectos. En esta novela, vemos el mundo de la publicidad, un mundo de plástico, un mundo fashion con mucha artificialidad. Pero incursiono en algo que acá también fue bastante destacado, en algo que es una enfermedad: el mundo de las conductas obsesivas. Las conductas obsesivas del poder, del status, conductas obsesivas que, de alguna manera, también aparecen en el amor filial… Entonces, me fui llevando por el trastorno obsesivo-compulsivo, el TOC… Y, ahí, te hago una confesión: me hubiera gustado también no salir tan a la publicación y detenerme más en algo que no tenía muy en claro: si el TOC es una enfermedad psicológica o neurológica… Entonces, según lo que fuere, podría haberlo planteado de una forma u otra.
P.- Tiene implicaciones muy diferentes según sea una u otra cosa…
R.- Y yo no lo tenía claro. Y, después, de alguna forma, me fui dejando llevar por los personajes y ese tema no lo resuelvo. Y ahí es como si yo mira para atrás en lo que he escrito y digo que me gustaría hacerlo mejor… Pero si la editorial no nos pide que entreguemos, no entregamos nada y siempre queremos retocar… Pero habría que investigar bien a fondo cuando uno tiene esa doblez entre lo que es la parte técnica de lo que está diciendo y aquello a lo que lleva la trama o quiere decir a través de las conductas… Sí, es una novela que me dejó con ganas de completar pero no puedo seguir escribiendo para atrás sino hacia delante… No hay que entregar tan rápido, hay que tratar de detenerse más en esas cuestiones porque el lector también quiere aprender, no solamente dejarse llevar por lo que conoce sino que le digan algunos temas que quiere desarrollar… Es una muy linda forma de aprender.
P.- ¿Ha llegado ya alguna conclusión sobre ese dilema?¿Es una enfermedad neurológica o psicológica?¿Qué opina?
R.- Yo opino que es más psicológica. Había unas películas que me impresionaron: por ejemplo, Mejor… imposible . Ahí te muestra muy bien la necesidad de esos rituales previos antes de las comidas… Yo me incliné más por el aspecto psicológico… Yo tuve un caso en la profesión, del que se llegó a escribir, que era una persona muy, muy capaz, con muchas condiciones intelectuales, que, bueno, tenía esa necesidad de rituales previos como, por ejemplo, hacer un viaje de muchos kilómetros con toda la familia, irse de vacaciones y, en un momento determinado, pensar cuando llega a ese lugar, después de varias horas de viajar, si no había dejado prendida la luz o cosas parecidas, una situación que le hacía volver… Y, bueno, eso fue machacando en su personalidad… Y yo, trabajando en penal, ¿cómo me llegó este caso? Pues porque él denunciaba a su psicólogo por mala praxis porque no lo llevó a buen término, considerando que otra persona, con un buen tratamiento, podría haber resuelto el problema. Pero hoy la discusión sigue a nivel científico.
P.- También está presente en La hija del otro, por la deriva que va teniendo la trama, la cuestión de la desconfianza hacia quienes deberíamos tener confianza… Ello está relacionado un poco con lo que me acaba de contar: en ese caso, se trata de desconfianza hacia la labor de un psicólogo… Pero, en la novela, el protagonista se ve inmerso en un simulacro de juicio… En este caso, sería la desconfianza hacia la justicia y, en la siguiente novela, Entre sombras, también tendrá un peso específico muy importante. Es decir, se muestra algo que debería funcionar pero que no funciona…
R.- Sí, creo que lo has captado muy bien, José Manuel. Justamente, si hubiera habido un dejarse llevar y un confiar en su terapia, llegado mucho mejor término… Esas contradicciones fueron las que acabaran afectando al desarrollo de la enfermedad.
P.- En la siguiente novela, Entre sombras, nos encontramos un personaje que se parece, en principio, a este personaje de cómic que es Daredevil, que es ciego pero que aprovecha el resto de cualidades para luchar contra el mal. Pero, aquí, todo es más complicado. Porque es un personaje que, cuando recupera la visión, se encuentra con un mundo que no es el que él pensaba o que él mismo no es como pensaba que podía ser sin ser ciego… Es un personaje muy complejo, ¿no?
R.- Yo recuerdo, en el caso que te comentaba de mi padre, la enfermedad era retinitis pigmentaria, se te va cerrando la visión lateral hasta que pierdes completamente la visión y quedas ciego… En esta situación, él tenía como una vergüenza, la misma vergüenza que yo tenía cuando él venía a buscarme al colegio, y trataba, cuando se puso de novio con mi madre, momento en el que él no había perdido completamente la vista, de disimular su falta de visión. Porque fue un proceso que fue en aumento y a los veinte y pico años quedas completamente ciego… Entonces, hay como una disminución y una suerte de ver a los videntes en un escalón más alto… Pero, en la novela, cuando el personaje llega ser vidente, se da cuenta que es al revés… Que él era mucha mejor persona en su mundo de sombras que en ese mundo que está viendo y no le gusta ver… Ahí ve corrupción, una serie de cosas que él, a través de un personaje, “el guardián de las tinieblas”, un justiciero, busca combatir porque, realmente, tiene una defraudación, un fraude, en su perspectiva: luchar tanto por ver que, cuando ve, no le gusta. Así que, efectivamente, se da una contradicción de no vidente a vidente…
P.- Es decir, si el protagonista de La hija del otro se deja llevar por las circunstancias, adapta un papel pasivo, el de Entre sombras adopta un papel claramente activo…
RESPUESTA.- Sí, decide luchar.
P.- Pero, al final, el entorno le impide hacer esa lucha. Vemos que le tienden una trampa y acaba en prisión… Es decir, se vuelve a dar las circunstancias de que las instituciones en las que se debería confiar acaban fallando… Quien debería apoyarle es quien le defrauda…
R.- Y ahí es donde se nivela la cosa… Porque en la cárcel todos son iguales. Y es donde deberían estar otros muchos.
P.- La cuarta novela (La cuarta hoja del trébol) supone un cambio de enfoque importante. Esta novela es muy diferente a las otras tres. Tiene en común con ellas la historia de una obsesión pero aquí tiene que ver con el tema de la maternidad… En esta novela, ¿no es verdad que el tema sociológico pasa a un segundo plan y gana peso el tema psicológico?
R.- Es correcto. Es así. Acá, yo diría que es la novela que es distinta a las otras… Hay un hecho que conmueve, una pérdida, de la madre, de un ser querido… Pero hay una conducta obsesiva en ese amor filial. Un amor filial que es muy posesivo y que va a hacer que le cueste mucho trabajo encontrar una pareja, un amor… Todo lo va a pone en comparación con la madre. El tema psicológico es muy importante. Me parecía importante marcar esa ligazón, ese profundo amor por la madre que no está, que le provoca enfrentarse al mundo de una forma distinta. Después, trato el tema de la suerte. Le doy entrada a la suerte en muchos pasajes de la novela, es decir, de la conducta o de la vida del personaje. El personaje principal es un chico que va creciendo y lo que quiero significar es poner en su justa medida a la suerte. No todo puede ser resuelto por la suerte sino que yo tengo que ayudar a la suerte. Entonces, ahí es donde trato de darle un lugar. Que, de alguna manera, se entienda la distinta significación que tiene la suerte… A veces, también no hay que ver las cosas de forma negativa… Porque, cuando tenemos una desgracia, no ayuda nada culpar a la suerte y decir: “Bueno, eso es por mi mala suerte”, sino, al contrario, reforzar cómo salir del problema y cómo superé la situación. Con esto, juego un poco en paralelo con toda esta historia de los personajes y me parece que también, bueno, para dejar este enfoque en positivo, decir que uno tiene que dar mucho de uno mismo… La importancia de que uno se aleje de su propia persona y tiene que tratar de trabajar y elaborar mucho más en su yo interno y su forma de ver las cosas y no ser tan encajado en las circunstancias…
P.- Pues podemos entrar en la quinta novela (de la que yo tenía noticia que era la última aunque, en realidad, sería la penúltima, ya que la última sería la reedición de Las siete últimas canciones con el nombre de Feliz cumpleaños)… Hablo de Una traición imperfecta. El protagonista es un abogado penalista y profesor universitario… Supongo que no tendrá tintes autobiográficos…
RESPUESTA.- Por suerte, no.
PREGUNTA.- Sí, por suerte porque es alguien que ha educado solo a su hijo y, de repente, sobrevendrá un hecho que le romperá bastante sus esquemas… Se vuelve a mucho de lo que hemos visto antes: la paternidad, la realidad que parece que es de una forma pero es de otra… El protagonista se va a enfrentar a una situación límite y su vida no va a ser igual después de haberla vivido...
R.- Es una persona muy, muy rutinaria al grado de ver todo a través de los libros… No vive sino a través de lo que lee y de su profesión… Pero no es un penalista que ejercita la profesión… Por eso, ni tan siquiera tiene eso que comentábamos al principio de que nuestra profesión nos pega en la parte real, nos muestra la vida de una forma más fatídica, más casual, más apasionante… En este caso, son páginas y él lee las historias de otros y lo único que puede buscar es cambiar un final pero no ser protagonista. Bueno, en esa vida tan igual, tipo reloj, en que las cosas van pasando acompasadamente, se provoca este suceso respecto a un hijo, que se ve envuelto en la muerte de una chica, de una persona con la que salió una noche… Este hombre tenía todas sus expectativas en ese chico, porque estaba estudiando Derecho y, de alguna manera, iba a pasar a formar parte de su bufete… El protagonista es viudo y, si bien no se ha ocupado de su hijo y ha delegado en el servicio doméstico y en otras personas, él cree que con este acto, un poco tarde, puede mejorar y darle el futuro que merece… Y ahí es donde se encuentra su fracaso. Y ahí me planteo algo fuerte, que es el cuarto mandamiento: “honrar al padre y a la madre”. Y yo, un poco, le agrego: “honrar al padre y a la madre si lo merecen”. Los hijos no pueden ser tomados en el momento en que uno quiere o dispone sino en el que ellos necesitan. Y le llamaba mucho la atención a este hijo, que además ha perdido a su madre, que su padre, que le gustaba escribir y le gustaba leer, no le leyera, como mínimo, un cuento por las noches. Entonces, bueno, la vida de este chico se complica y, a la vez, se la complica a su padre… Es una novela distinta porque también me gusta resaltar distintos niveles de los aspectos. Ahí entro a mostrar el tema de la amistad: definiciones de qué es la mitad y hasta dónde la amistad… Muestro distintas latitudes de los aspectos: puede haber un amor filial, una verticalidad en el amor o una colateralidad, en un sentido de dos amigos porque hay también en la historia un exjuez que interviene con ellos… Así que trato de que ese hecho policial vaya desembocando en todas estas cuestiones más afectivas. Y hago un experimento, que no sé si es bueno… Yo escribo mucho sobre temas jurídicos. Me gusta mi profesión y me gusta criticar proyectos de ley… Tengo más llegada en los editores en lo jurídico que con mis novelas… Y lo que busco con ese experimento es que, a través una crítica jurídica o técnica, a veces uno no pega tanto como con un hecho de la vida real. ¿Qué quiero decir? La chica que tiene el problema que antes he contado, es una chica que se inicia en la droga por primera vez y se arroja desde un piso alto al vacío y muere. Entonces, voy a la crítica de que hay muchos proyectos acá que quieren despenalizar la droga. Y uno de ellos llega a decir que el tráfico gratuito no tiene que ser punible. Entonces, yo digo: no. El tráfico comercial debe ser punible desde ya. Pero no sólo el tráfico sino el que inicia a otra persona en algo que es un camino sin retorno. Así que aprovecho ahí para impactar con un hecho de la vida real.
P.- ¿Qué autores argentinos e internacionales le gustan en este momento y nos recomendaría?
RESPUESTA.- Yo leo bastantes géneros distintos y tomo cosas de varios… Aquí, en Argentina, hay escritores muy buenos. En la parte más policial, Guillermo Martínez está muy bien… Federico Jeanmaire, también, en un diálogo más psicológico en algunos temas… También, Gabriel Rolón ... Después, yo he tenido oportunidad de leer algunas novelas de Claudia Piñeiro, pero está más en el género como policial… A mí me gusta que los personajes tengan más vuelo… De ahí, tomo yo solamente la trama o el suspenso… Alan Pauls... Pedro Mairal ... Hay muchos que me van dejando cosas… Y, en la parte de autores extranjeros, alguien que me influyó mucho fue Paul Auster: ese volver atrás en su vida que yo he practicado. Concentrarme y volver a mi infancia en temas de soledad, en temas de sufrimiento… Y él me gusta porque es una persona que se detiene mucho en esos aspectos que transmiten muchas cosas… No lo tengo muy definido pero sí reconozco que Argentina tiene muy buenos escritores y muy activos… Aquí, escriben muchas personas y muy bien… Hay personas que tienen, realmente, pocos reconocimientos y mucha trayectoria…
P.- Aunque ya ha entrado antes en el tema, no puedo dejar de preguntarle cómo ve el resultado de las recientes elecciones presidenciales argentinas y sobre qué perspectivas puede generar en relación al futuro inmediato?
R.- Ayer, en El País, salía un artículo que se titulaba “La América sin miedo”, escrito por Antonio Navalón. Él contaba lo importante que es esa búsqueda de un equilibrio social y de lucha contra la corrupción. Él veía este fenómeno que se acaba de dar también en Venezuela donde hay un “¡basta!”, un querer acabar con esa situación de, por temor, no reaccionar y ser pasivos… Yo veo que, en España, tienen reclamos válidos y no son tan mansos… No como aquí, que, en una palabra que utilizan los jóvenes, somos convenidos… Si las cosas van y no nos molestan, las aceptamos… Hay muy pocas situaciones de lucha por ideologías… Este gobierno, que estuvo 12 años, el matrimonio, primero Néstor Kirchner, después Cristina, estuvieron muy hábiles, porque no tenían plataforma política, destaparon ollas, destaparon situaciones de derechos humanos, y lograron algo que en la política aquí no se daba, que era la pasión… Lograron apasionar a los jóvenes… Y los jóvenes (primero fue, en su momento, con la subversión, con los montoneros) acá fueron con un movimiento, “La Cámpora”… Van provocando, en ese resentimiento frente a los demás, lo que aquí se llama una grieta, una separación verdaderamente negativa, perniciosa… Y eso que han logrado, parecía que se iba a perpetuar… Era un vale todo… Las instituciones no existen… Una dependencia, tanto del poder legislativo como judicial del poder ejecutivo… Ese singular que quería el diálogo pero en la medida que no lo contradigan… Una situación que yo veía muy difícil que cambiara… Sin embargo, se dio… Y se dio con una promesa de que todos tenemos que actuar e intervenir… Y ya en las elecciones donde se presumía y pasó que había un cierto porcentaje de fraude, se evitó mucho porque los jóvenes participaron, porque los jóvenes salieron a decir el “¡basta!”… Y si también la clase trabajadora le dio su voto a Mauricio Macri, a lo mejor no lo dio creyendo, porque el nuevo presidente es un empresario, no es una persona de bajos recursos… A lo mejor no se lo dio por su perfil sino porque les habían mentido hasta ahora con una distribución de ingresos que no existía… Por eso, he dicho que estamos muy contentos y muy esperanzados… Ahí vamos a tener que ayudar y poner el hombro…
P.- Entonces, se inicia una etapa nueva que, conforme se desarrolle, a ver si tenemos oportunidad de hablar sobre ella en una entrevista futura…
R.- Aquí, tenemos que prestar atención a lo que decía Ortega y Gasset, quien afirmaba que Argentina intenta ser pero, como no puede ser, lo hace falsamente… No teníamos eso que se necesita, que es una idiosincrasia, un arraigo… Es un deterioro muy grande el que hemos tenido y va a ser un proceso de trabajo muy importante el que se necesita para lograr mejorar la situación…
P.- Para terminar, deberíamos hablar de sus proyectos futuros… Ya hemos hablado de que Una traición imperfecta se va a publicar en breve… No sé si ha publicado ya o no…
R.- En este momento, está en la edición, estaban con las tapas… Y estaba esperando que me llegaran los ejemplares…
P.- Se va a reeditar también la primera novela, con el título de Feliz cumpleaños… ¿Alguna idea más para el futuro inmediato?
R.- Para el futuro inmediato, ya estoy trabajando en Un vacío incontenible… Trata del dolor… Acá, hemos sufrido mucho… No sólo con los temas militares y de secuestros… Ha habido mucha violencia… Entonces, tratar de esas personas que quedan solas… Estuve trabajando en unos cursos de coaching, de protagonista de cambio… Quiero animar a que las personas saquen su energía y puedan llevar adelante esta situación tan terrible que se les plantea… Estoy muy embarcado en eso y buscando también, en eso de los dolores del alma, profundizar en todas esas cuestiones… Y, bueno, tratar de mejorar en mi escritura… Porque no es tanto encontrar una historia original sino la forma en que la escribes… Porque los libros que perduran lo hacen por eso, por su riqueza en la escritura…

Sobre el entrevistador y escritor español: José Manuel Cruz
Luego de varios años como asesor financiero, profesión que sigue ejerciendo, logra compartir sus pasiones, que son la escritura y el cine, con su formación académica. Inicia su carrera como escritor en el 2013 con la publicación de dos novelas dentro del género de Novela Negra “ Sin Tregua se consumían nuestros ojos” y “ El día en que paró la música”. Es autor de tres Blogs, “ El Espectador Impertinente” y “ Territorios Solitarios” dedicados al cine y “ El Dedo en el Dato” donde comento temas económicos y empresariales.
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